¿Profesionales competentes o profesionales «artistas»?

Me diréis que esta palabra (artista) aplicada para calificar a  profesionales que hacen su trabajo, no ya bien, sino excelente -con grandes dosis de ingenio y perfección-, esta obsoleta. Es verdad, hace tiempo que no lo la oigo (el gran Joaquín Reyes diría que es viejuna, y la no menos grande Pepa Fernández diría que es una palabra moribunda.

Pero vamos al inicio de la historia. Estamos estos días en el CEJFE revisando y replanteando la formación que ofrecemos. Utilizamos para ello estrategias derivadas de la metodología del design thinking (aunque Ramón Sangüesa e  Irene Lapuente  , al seminario lo hayan titulado Mas allá del Design Thinking). En la primera fase estamos  planteado las dificultades y barreras que nos dificultan realizar mejores programaciones. Las ideas que se han generado (muchas y sorprendentes)  dan idea, una vez más,  de la enorme potencia de la inteligencia colectiva y del conocimiento distribuido. Pues bien, uno  de los problemas  que se han expuesto y al  que le estoy dando más vueltas es la discrepancia que ocurre a veces entre lo que demanda como formación la estructura directiva y aquello que desean – y a lo que se inscriben masivamente- los empleados. Simplificándolo mucho, podríamos decir que nos encontramos entre el modelo de  formación clásico por competencias (programar aquello que  necesita el empleado para funcionar correctamente), frente al modelo de autoelección  (lo que se  necesita para  crecer profesionalmente). O sea,  ir más allá del  ajuste necesario con el  trabajo bien hecho para  explorar   otros  espacios  de crecimiento, de creatividad, de reto,  que lleven  el  trabajo y el desempeño profesional a donde nadie lo haya  hecho aún. La exclamación popular: eres un artista, lo has clavao (ya en desuso como decíamos) vendría a reflejar algo de lo que comentamos.

Esta dicotomía, importante para los programadores de formación, la vamos a seguir discutiendo en las  próximas sesiones; aunque , personalmente, siempre he reivindicado para mi y para los demás, ir mas allá: una vez llegado al ejercicio adecuado en tu  profesión te toca inventar, crear, innovar. Una buena programación formativa que ayude a la que ya se  hace de forma personal e  informal, puede ser útil muy útil a  la organización

Nota: aplicado a la gestión de personas, tiene su derivada en la dicotomía entre profesionales exploradores y consolidadores de las que se nutren las organizaciones.

De la imagen: Blog Calidad y Gestión  http://blogs.monografias.com/calidad-y-gestion/2011/03/18/que-es-competencia-toma-de-conciencia-y-formacion/

2 comentarios

  1. Hola de nuevo, Jesús:
    Veo que, además de decidir continuar con el blog, también le habéis hecho un lavado de cara, jaja!!.

    No voy a entrar en el fondo de tu entrada, pero no puedo remediar hacer un comentario al calificativo de «artista», y es que en mis tiempos de estudiante, recuerdo uno de los veranos trabajando en el campo (para recaudar fondos que me permitieran seguir estudiando) en Extremadura, recogiendo fruta junto con jornaleros, me llamaban el artista. Me hacía mucha gracia, pero para ellos, artista era toda persona que se dedicaba a tareas intelectuales. La sabiduría popular tiene su miga.

    Por cierto, no saben, ni imaginan, cuánto aprendió de ellos, ese verano, este «artista». Aprendizaje informal, supongo….

    Un abrazo: José A

    Me gusta

  2. Si, esa palabra, tenia, a veces, también una connotación despectiva.Como de genio a deshoras, que no toca, etc.
    A mi me hizo gracia focalizarla (recuperando la otra connotacion) en ese aspecto de excelencia automotivada.
    Y si, he apostado por una apariencia más minimalista en el blog.
    La edad…deber de ser 😉

    Me gusta

Deja un comentario