Hace unos días leía un magnífico post de Manel Cunclavis Muntadas en el que reflexionaba sobre la gestión del conocimiento en las organizaciones y, más concretamente, sobre la bondad, o no, de asignar a unidades específicas del organigrama, áreas de gestión y conocimiento transversales. En su post se podía apreciar una crítica a la titularidad de aspectos que han de ser de todos, en unidades concretas. De aquí su metáfora de anatomía (estática y localizada) y de fisiología (fluidez organizacional).
Manel centraba su reflexión en la gestión del conocimiento pero, creo que también podría ser extensible a otros aspectos relacionados como la formación, el aprendizaje organizacional, la innovación, la presencia de la organización en los Social Media, etc. Con su permiso, resumo su tesis con estas palabras: la organización se relaja y tranquiliza una vez que en su organigrama ya ha dispuesto una unidad para aquello que cree importante o emergente. ¿Es importante la innovación?, pues pongamos una unidad específica para ello. ¿Lo es la gestión del conocimiento, o la presencia en los social media?, dimensionémosla, pues.
Este debate, por supuesto, no es nuevo. Hace unos años ya discutíamos sobre esto a propósito de los nuevos departamentos y unidades de innovación en las organizaciones. Concretamente fue el caso de la unidad de la que soy titular Nuevos Programas en el Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada. Cuándo se creó esta pequeña unidad en la época -hace ahora 10 años- la llamamos Nuevos Proyectos y tenía la misión de buscar y explorar nuevas vías en la administración de la formación en la organización (el Departamento de Justicia). Una vez creada, enseguida tuvimos que reflexionar conjuntamente con toda la organización -unas 50 personas- si esta pequeña unidad debía de ser la titular de toda la innovación (y de todo nuevo proyecto) o, en cambio, la innovación debía de estar repartida en todas las áreas. La respuesta, como no podía ser de otra manera, fue la de abrir la innovación a todo el mundo. ¿Cómo convivió, pues, la especialización de la nueva unidad con el resto de la organización? ¿Cómo se justifica esta doble vía para los mismos objetivos?
Pasados estos años ( y cuando no se dispone de un plan estratégico ) podemos aportar estas ventajas que justifican la decisión. A saber:
1- El arte de la incomodidad o el compañero molesto. Todo el mundo en la organización quiere ser titular de progreso e innovación en todos sus programas. En las organizaciones públicas, si se opta por unidades de innovación (en palabras de Alberto Alorza, con licencia para innovar) se establecen dinámicas propias de mayor visibilidad de proyectos y programas que en la época en la que no se disponían. Es como sí se produjese un efecto de llamada a la innovación. En parte suscitada para hacer ver al nuevo departamento que en nuestra unidad (territorio) no haces falta. O sea, todo el mundo entra a competir en esa carrera. Con lo cual, o la nueva unidad produce algo disruptivo…o no justificas la nueva dotación (aún recuerdo los momentos de estrés creativo de hace una década;) hasta que alumbramos el programa Compartim). Francisco Alcaide en un reciente post lo relaciona con la necesidad de salir de la zona de confort organizacional.
2- Transferencia de metodologías . Las unidades altamente especializados en innovación, cuando encuentran productos que son importantes para la organización, deben hacer el esfuerzo de codificar aquellos elementos que han producido la mejora y transferirlos.
3- El efecto marca de la organización. A partir de ciertos productos innovadores y de éxito, toda la organización se beneficia. Es el caso, por ejemplo dle CEJFE, que desde hace tiempo todas sus áreas lo vamos dando a conocer y lo hemos posicionando como marca innovadora (por ejemplo en este estudio reciente aparecemos como una de las organizaciones públicas más innovadoras).
4- Innovación extendida y homeóstasis . Con el tiempo – y lo reafirmamos en base la experiencia de estos 10 años-, la organización acepta una cierta especialización de algunas de las áreas que han de ser transversales, pero con elementos de autonomía para todo el mundo ; y siempre en procesos win-win . Y es así: por esta vía todos ganamos. O lo que es lo mismo ( y personalizando): ya soy, por fin, bien recibido en todas las áreas del centro;).
Nota: la foto que (mal) ilustra el post es de mi archivo personal.
Muchas gracias por extenderte con este post, a partir de mi artículo, Jesús, mi intención era corresponderte aquí mismo, pero he pensado que la extensión de mi comentario podía afear tu espacio y he decidido hacerlo en mi blog con otro post. De esa forma recobramos el valor de la conversación entre post.
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Me encanta este debate, Manel (como tantos otros que hemos tenido) . Estoy ansioso por leerte;)
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