
Hace unos días Jordi Graells nos recordaba que en esta misma semana se cumplían 10 años de la presentación del libro Treballa Diferent/ Trabaja Diferente. Formaba parte de un tríptico que habíamos iniciado con Trabajo Colaborativo y que concluyó con Compartim eines i processos per al treball col·laboratiu. ( Para acceder a ellas, aquí)
Las tres obras sentaban las bases de como encajar propuestas de aprendizaje y de trabajo (lo llamábamos CoPs) en las rutinas establecidas en la Administración Pública.
Ayer, 10 años después , en la jornada número 16 , juntábamos a los protagonistas del trabajo colaborativo de 2021. Nos acompañaban, además, como invitados externos, José Ignacio Altillo, promoviendo CoPs desde el IAAP y Dani Giménez desde la Agencia Catalana de Salud Pública. Y, como, no Joaquim Carbonell, muy implicado tanto en la fase previa como en la propia jornada.

Las conclusiones, muy ricas, las anoto a continuación.
Se trata de una reflexión que aún necesita más reposo, pero que no me resisto a apuntar las (nuevas) tendencias.
1- Lo bueno de lo malo.
Lo colaborativo después (y en) pandemia ha mejorado. Era recurrente la dificultad para reunirse y colaborar por parte de los y las profesionales. La pandemia ha comportado que el kit tecnológico se haya extendido a prácticamente todas las personas que lo necesitaban para trabajar y aprender.
Además, el teletrabajo ha incrustado -de serie- la necesidad de una mayor dosis de autonomía. Profesionales y «jefes» han tenido que firmar un nuevo pacto que, creo, perdurará. Trabajar por proyectos y evaluación/supervisión por resultados, ya no es tan infrecuente.
En 2021 -lo comprobamos en la Jornada 16-, fruto de este nuevo escenario, se han multiplicado las aportaciones de valor de las diferentes agrupaciones , grupos, comunidades ( la semántica también está variando en este campo).

2- Innovación de proximidad.
El Santo Grial de nuestra época es la búsqueda constante de innovación. Se ha convertido en un mantra. Pero, en demasiadas ocasiones, nos quedamos en innovación de salón.
Mas allá del evento y de la ppt, el impacto a la organización no llega. Es un error de diseño. Establecer los espacios de innovación fuera del flujo natural donde ocurren las cosas, no es una buena apuesta.
La intermediación, en forma de agentes de innovación, labs, formación para cuadros intermedios y directivos, en el mejor de los casos es epidérmica.
En cambio, evaluar lo que no funciona y actuar desde donde está el problema -o la oportunidad- y siendo protagonizada por los mismos profesionales involucrados , es una apuesta con mejor pronostico. Si se llega a abrir paso este espacio mágico colaborativo, la solución prospera.
3- No queremos caballos más veloces.
No me resisto a volver a citar la frase de Ford cuando se refería a la miopía en la detección de lo que necesitamos para el futuro. Decía que si hubiésemos hecho caso a nuestros clientes no hubiéramos inventado el coche, tendríamos caballos más veloces. No quiero ser injusto con en el ámbito de la formación y el aprendizaje (formo parte) pero creo que la detección de necesidades está sobrevalorada. Solo aporta una parte de la realidad.
El beneficio del trabajo colaborativo consiste en que la mirada sobre lo que se necesita ocurre ,no mediada por un formato interpretativo (a veces no libre de sesgos ).
Nace de la discusión y del debate de los y las profesionales que están vinculados directamente al problema. En el día a día de lo que haces -y su reflexión posterior- se dispara una percepción360º que al final es más generativa que la detección tradicional.
4- El invitado inesperado
Todos y todas hemos tenido, en alguna ocasión, una persona invitada que llega de forma inesperada. Por lo general, esta situación produce una mezcla de incomodidad inicial , ya que se rompen las rutinas, con un interés genuino por las novedades que aporta.
Las comunidades también podrían interpretarse, en la casa/organización, como un invitado inesperado. Te incomoda porque no tienes un espacio preparado para poder alojarlo, pero -si te otorgas permiso- te abre puertas a lo inesperado. A aprender, a avanzar en nuevas propuestas alejadas de la rutina. Pagas un pequeño peaje, pero ganas mucho.
5- Cuidados

Los que viajamos frecuentemente en tren (cercanías en mi caso) tenemos incorporado el lema repetitivo de Renfe en época Covid: Cuídate, Cuídame , Cuidémonos.
Los cuidados -y lo hemos visto en el fenómeno de la gran renuncia – ha pasado de lo anecdótico y se ha convertido en un elemento central.
Se repitió en la mayoría de las intervenciones de los y las moderadoras. El cuidado que propicia la CoP ahora ayuda a hacer mejor el trabajo.
6- No queremos trabajos, queremos misiones.
Hemos de reconocerlo: no todos los perfiles de las personas que trabajan en la Administración (o en cualquier organización) son aptas para formar parte de estas agrupaciones. Las CoP ( y similares) tienen un imán. Cobijan a l@s explorador@s.
En las organizaciones equilibradas han de coexistir junto a los “mantenedores”. Ambos perfiles suman. Como veremos en un punto posterior, es tarea de la Función Directiva saber posicionarlos a cada cual donde rindan más.
Sin las comunidades la organización se quedaría huérfana de exploradores bien ubicados y no podría dar salida productiva a estos perfiles.
7- Función Directiva apreciativa.
No nos engañemos, en tiempos turbulentos (ahora BANI) poco riesgo directivo. Salvo que seas el dueño de la empresa ( y tengas otras); o quieras labrarte fama en Silicon Valley, en la hoja de ruta directiva está más el mantener que el explorar. Sobre todo en el ámbito de la Administración Pública.
Con lo cual, agrupaciones como las comunidades de práctica añaden el ingrediente de la innovación organizacional, de serie, sin demasiado riesgo.
Una mirada inteligente e integradora desde la dirección, lo puede hacer más fácil y fructífero. Win- Win.
8- Tercera generación.

Titulamos la jornada Comunidades de Tercera Generación. Hacíamos referencia a las etapas por las que las comunidades habían ido pasando, pero, también, poníamos el acento en la generación de productos aplicados. Las CoPs son avanzadas (3G) , si entienden que la aportación es esencial.
En un mundo tan volátil en el que la obsolescencia de conocimientos es tan elevada, la aportación permanente es indispensable. Circulares, instrucciones, normativas, regulaciones, protocolos tienen una vida limitada. Alimentar entornos de colaboración que estén pegados a lo que va cambiando y que puedan ofrecer soluciones inmediatas tiene un valor incalculable. Y, al final, es de lo que se nutren las (efímeras) regulaciones posteriores.
9- Vuelta a los orígenes en aprendizaje.

Esta característica la creo especialmente importante en el ámbito de la formación y el aprendizaje. Se trata de una vuelta a los orígenes. Aprender y trabajar; trabajar y aprender todo en en el mismo flujo.
Desgraciadamente, y lo hemos denunciado muchas veces , el diseño dual de la formación en la Administración Pública no lo facilita. Por un lado, Escuelas e Institutos; y por otro, el desempeño laboral con sus propias reglas ( y jefes).
No negaré que aporta algunas ventajas, pero aloja en su seno la gran desventaja.
Sacamos a la gente -ahora a espacios virtuales- de su trabajo para enseñarles lo que después han de aplicar en su trabajo.
Se ha descrito muchas veces con diferentes nombres (efecto túnel, “Lipstick on the pig” Training will focus on performance, not on smiles, Don’t Evaluate the Garbage ) (resumen detallado aquí), lo que no deja de ser una intermediación que podría evitarse. Sobre todo, en la formación continua.
Considerando que es misión imposible el rediseñar toda la normativa (EBEP) al no haber (intereses) ni consensos suficientes, la propuesta de las agrupaciones colaborativas (CoPs por misiones ) puede contrarrestar esta dualidad.
Ahora, en plena época de redefinición estratégica de Escuelas e Institutos, no tocaría apostar por mejoras (caballos más veloces ), sino por disrupción (Bofarull lo define como Moonshot Thinking.
Creo que el invitado incómodo podría jugar aun un mayor papel . Y pide pocas cosas: directivos inteligentes (en los dos lados) y entornos -por diseño- nutritivos.
A hombros de gigantes.
El punto final va de agradecimiento a todas aquellas personas que con sus aportaciones nos han ayudado a implantar y mantener estas propuestas colaborativas.
Han sido muchas.
Empezaba el post con Jordi Graells, pero también:
Núria Vives, Mario Pérez-Montoro, Sergio Vásquez, Manel Muntada, Dolors Reich, Virginio Gallardo, Alicia Pomares, Javier Martínez Aldanondo, Marcelo Lasagna, Joaquim Carbonell…

Punto y seguido: Ruta 66.
José Ignacio Altillo, una mente extraordinaria y explorador incansable, nos propuso el nombre Ruta 66 para inspirar el proceso de continuar extendiendo las propuestas colaborativas.
Son deberes que asumimos gustosos. El objetivo inmediato es incorporar a más organizaciones y promotores en las próximas etapas.
Como dice el proverbio, cuantos más seamos más lejos llegaremos.

Sabes, Jesús, que me encanta leerte. Aquí estoy de nuevo. Me ha parecido muy interesante el resumen. Y como sé que escribes para que participemos, déjame que comparta algunas ideas sobre lo que cuentas aquí. Perdona si me extiendo, y si parece que discrepo.
Dices que “la detección de necesidades está sobrevalorada” y que “solo aporta una parte de la realidad”. De acuerdo. Pero permíteme que abuse de la frase de Ford (debe ser la cita más sobrecitada de la historia) porque la “detección de necesidades”, y muchos “caballos” más, siguen siendo sumamente importantes. OK, necesitamos coches, pero también caballos más veloces o, si prefieres, más efectivos. Necesitamos caballos y coches. Empeñarse solo en buscar coches ya te digo yo que nos lleva, de nuevo, a la “innovación de salón”. A mí lo de conseguir caballos que anden mucho mejor, que consigan su objetivo de llevarnos bien a los sitios a donde se supone que deben llevarnos, ya me parece un propósito muy significativo. Conozco a gente que vende mucho la búsqueda de coches, y al final te deja sin coches y sin caballos. Soy de los que piensan que hay que volver a lo básico, para hacerlo bien. Pecamos mucho de “soberbia del innovador”. En resumen: ¡¡Sí queremos caballos más efectivos!!
Para mí, las CoP cobijan tanto a “exploradores” como a “mantenedores”. Sigo pensando que las confundimos con las comunidades que se dedican exclusivamente a innovar. Debe ser un sesgo mío, pero yo veo a las CoP como espacios para aprender colectivamente, así que ahí cohabitan los dos perfiles. Son más inclusivas que las comunidades de innovadore/as. Veo allí a “mantenedores” contribuyendo al aprendizaje de “exploradores” y al revés. También veo a gente moviéndose en espacios que necesitan consolidación, y no invención permanente. El aprendizaje también se mueve por terrenos ya explorados, y las CoPs son eso: aprendizaje. No necesariamente innovación. Los famosos “productos” de un tipo específico de CoP (no todas, como sabes, se centran en eso), pueden ser perfectamente unos dispositivos de explotación, de consolidación, del conocimiento disperso. Y haciendo eso cumplen de maravilla la función que se espera de ellas. Es como lo veo yo, claro.
No sé, yo creo que en esa búsqueda constante de nuevos nombres (a veces, eufemismos), empezamos a retozar con palabros como el de “misiones” u otros, que, sinceramente, no veo que aporten nada nuevo que sea significativo. Siento decirlo, pero ese es un síntoma más de la “innovación de salón”. Toda iniciativa, sea una comunidad u otra cosa, se plantea misiones. Es bueno que las tenga porque explicitan un propósito, y aportan foco. Por eso no entiendo bien el título del post: “No lo llames Comunidades de Práctica, llámalo misiones”. Lo leo y me pregunto: ¿qué “misión” más bonita y necesaria pueden tener las CoPs que contribuir de forma efectiva a un buen aprendizaje compartido? Las buenas CoPs se vuelven especiales, realmente buenas, cuando invierten mucho, y bien, en los procesos. O sea, cuando el aprendizaje que generan es significativo y genuinamente compartido. Si esa es su misión, a mí me parece estupendo, así que no hay que llamarlas diferente. Pero igual me estoy perdiendo algo, Jesús.
Gracias por el resumen, de nuevo. Me hizo pensar…
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Hola Amalio, siempre aportas, con gran generosidad puntos de vista nuevos y muy pensados. De tu intervención me quedo con algunas cosas «afinas» muy bien ;y en otras, como es normal, no comparto al 100%.
Totalmente de acuerdo en que necesitamos caballos más veloces y automóviles. Lo uno y lo otro. Igual que necesitamos exploradores y mantenedores.
Lo realmente importante es conocer la ecuación de lo que significa en las organizaciones este planteamiento dual y saber gestionarlo. Todo suma.
Referente a las comunidades de práctica, después de los años 90, en que fueron enunciadas y muy asociadas al aprendizaje situado han evolucionado y mutado múltiples itinerarios
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En mi post hacia referencia a que el aprendizaje por la acción y reflexión es ahora una característica que se les asocia y en los inicios no tenía tanta prevalencia.
Un gra abrazo
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