Me había comprometido en el ultimo post a describir 10 consejos para los rebeldes productivos de la Administración que encauzara esa energía interna (por decirlo con estas palabras) sin saltarse excesivamente los limites de la organización. Pero, en el tramite, dos elementos me han hecho reflexionar un poco mas. Uno han sido los inteligentes comentarios a la entrada y, otro, la lectura de los dos post de @alorza esbozando un modelo de innovación publica. Con esta entrada contesto a ambos.
Reflexionaré sobre como se relacionan la innovación individual y la grupal, y como se articula la innovación promovida desde arriba, y la que nace en la base e intenta progresar.
En la entrada anterior me situaba conscientemente en el eje individual -y esto vale tanto para directivos como para la gente de base-. La razón es cuantitativa. Como estrategia directiva, hasta la fecha que empieza a moverse algo, no ha habido, en la práctica, una política clara de incentivo a la innovación. Como mucho, algunos espacios como las oficinas de modernización y algunas unidades especializadas ( seria mi caso, donde una parte de nuestro trabajo y presupuesto se dedica a nuevos proyectos) tenían esa misión. Como sabemos, tampoco estas unidades son garantía de generalización de innovación a toda la organización y por, contra, siempre tienen el peligro de acabar cayendo en rutinas funcionariales.
¿Qué nos queda? Pues eso, que hay muchas personas que sorteando en su día los procesos de selección (estos nunca han valorado especialmente la iniciativa) permanecen en la Administración intentando buscar su propio camino. Dicho esto, para estas personas hay dos posibilidades. Para aquellos con factor X (inquietos por naturaleza, rebeldes como dice Juanjo Caba) les queda encauzar esa «fuerza interna» como sea. En las épocas buenas de empleo, acababan por abandonar la Administración. En la actualidad están condenados a encauzar de forma productiva esa energía que les consume. Es, por tanto, responsabilidad directiva no quemarlos. Y en una actitud semejante a la de José Antonio Latorre (comentario al post anterior) empoderarlos, alentarlos y, si es necesario, pagar parte de la factura.
La formula para los equipos funciona de otra manera. Subscribo las tesis de Alberto Alorza, con matices. La apuesta, como bien dice Alberto es «la democratización interna de la innovación …y ello se consigue mediante: nuevos sistemas de gestión, liderazgo transformador y fomento de la libertad y responsabilidad. Nada que objetar.
Es, en las acciones concretas, donde matizaría.
Alberto apunta diversas acciones para incidir en lo que llama cambio de mentalidades (la expresión no me gusta del todo) y lo ejemplifica con estos ejemplos: promover debates, movilizar voluntades y abrir posibilidades. Es correcto, Alberto, pero a mi juicio se puede simplificar aun más. Y, en cualquier caso, no pueden verse como acciones secuenciales.
Lo podríamos titular así: no hables de innovación, simplemente innova. Con esto no desmerezco en absoluto estas etapa de sensibilización (yo mismo lo he hecho y, por ejemplo, es el fundamento de una parte del trabajo de Jordi Graells a través de las magnificas sesiones Web). Estas acciones se explicitan en forma de debates, seminarios, concurso de ideas, etcétera. Pero tienen limitaciones (me encantó esta reflexión de Ruiz de Querol sobre los concursos de ideas). Son útiles, y las defiendo, pero tienen su lado oscuro: son poco comprometidas, autotranqulidadoras y corren el peligro de caer en la autopromoción .
En cualquier caso, yo no las situaría como eje del inicio del proceso, ni en una posición preponderante. Me inclino mas por lo que podríamos llamar, acciones multifoco y paralelas.
Para explicarlo pongo el caso del CEJFE de hace ocho años. Se conformó mediante la fórmula de contrato-programa el objetivo de establecer para todas las unidades un 20% de acciones innovadores en cada año.
Las consecuencias para las diferentes unidades, en un primer momento, supuso traspasar la zona de confort de forma global y situarse, por fuerza mayor, en un escenario en el que de forma cotidiana debían integrar la dimensión innovación.
El trabajo por proyectos, por ejemplo, también puede ser una fórmula fácil de situar a los inquietos en ecosistemas que tengan sentido para ellos. Y al revés, la formula para integrar a las personas innovadoras es teniendo en marcha ofertas de este tipo. También como ventaja añadida, los mandos intermedios -por la cuenta que les trae-, van a integrar estos nuevas obligaciones en sus rutinas de supervisión.
Finalmente, y estoy de acuerdo con Alberto, las comunidades de práctica son el instrumento que mejor se acomoda en el desarrollo de proyectos. Con lo cual, si los gestores tienen esta visión inteligente de la Organización, será mas instantánea (natural) integrar esta dimensión de la innovación.
Gracias por el impulso. Os pongo un ejemplo :www.itranova.org A mi, que soy funcionario, me sirve para innovar en la prioridad número uno : el empleo y sostenibilidad familiar hacia una economía del bien común.
! Aupa el equipo Itranova!
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Gracias Benjamin por comemtar
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