En una de las entradas recientes me refería -y criticaba- la increíble (a estas alturas) falta de pericia de muchos ponentes invitados a congresos y conferencias, en la comunicación de sus propuestas. Resulta muy extraño que, aunque dedicándose a este tipo de comunicación pública, no cuiden los aspectos más básicos en sus presentaciones. Tiendo a pensar que sobrevaloran los contenidos y minusvaloran la forma de presentarlos, pensando (equivocadamente) que a un buen contenido todo le será perdonado. Craso error. En esta esta feria, que es hoy la comunicación pública, todo suma. La gente desconecta en cuanto percibe que lo que se le presenta les requiere un esfuerzo de concentración y de atención extra que ya no están dispuestos a conceder fácilmente. Y al revés, (aunque es más sibilino y hay que estar más en guardia para detectarlo), en ocasiones salimos de conferencias encantados y contentos, pero sin haber aprendido ni reflexionado sobre nada. No hemos dejado llevar y, al final, pasada la euforia del momento, ha sido toda una pérdida de tiempo;(.
Dicho lo anterior, hoy me voy a referir a otro de los grandes errores más comunes en estos eventos. Las presentaciones poco preparadas e insustantivas de ponentes por parte de los propios organizadores de los actos.
Hace unos días leí en un periódico catalán una referencia a una conferencia que había realizado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Toda la información que podía leerse era la proveniente de la (genial) presentación por parte de Antón Costas. En su intervención, aludía a una anécdota ocurrida entre ambos hacía más de 10 años que era tan sabrosa que consiguió captar tan poderosamente la atención de público y periodistas que en las crónicas consiguió anular el otro tipo de contenidos por lo que estaban convocados: ni una palabra referida a la intervención de la alcaldesa.
Cuando leía esta noticia no pude sino pensar en uno de mis anteriores jefes (Xavier Hernández), el cual cuidaba (le era algo natural) las presentaciones de todos sus invitados. En no pocas ocasiones, los asistentes me confesaban al acabar la intervención del ponente que, en los minutos previos, los de presentación, habían aprendido más que en toda la sesión😉. ( Y no exagero).
Ahora cuando asisto a cualquier tipo de evento ya estoy condicionado por estas experiencias previas y valoro extraordinariamente que en la presentación de los participantes se introduzca algún elemento que pueda captar la atención y que sirva también de aprendizaje. No basta con quedarse en lo obvio y leer los extensos currículos que, por lo general, ya están ampliamente publicitados y al alcance de todos en la red.
Y me lo aplico a mí mismo. A veces preparar 2 minutos de presentación de un invitado puede ser más complicado que intervenir durante una hora. Por tanto, mi consejo para aquellos que tenéis que enfrentaros este tipo de requerimiento, es que las valoréis y cuidéis como una pieza importante, que puede tener más impacto del inicialmente pensado por su extensión tan escasa. Y, además, una buena presentación puede influir (más de lo que a veces pensamos), en como encara, de forma más motivadora, el ponente su intervención. Le damos un empujoncito extra;) conectándolo con el público.