Uno de los primeros síntomas que que nos indicaba que la formación tradicional -de aula y experto- empezaba a dar signos de agotamiento fue la formación directiva. (No me refiero ahora a la que se imparte en las Escuelas de Negocios tipo ESADE o IESE, que da para un monográfico, que otro día abordaré).
Hace años, junto a Virginio Gallardo, cuando intentábamos esclarecer cuáles habían de ser los nuevos patrones/modelos formativos de los directivos, que asegurarán más eficiencia, nos dimos cuenta que nos encontrábamos ante una paradoja: muchos directivos no se servían de la formación que sus departamentos les preparaban y, en cambio, mantenían su actualización profesional (Aspecto éste que también puede extrapolarse a la mayoría de empleados. Los datos apuntan a que son, en proporción, minoría los que ya asisten a formación (los últimos datos apuntan a que de los 2, 5 millones de personas funcionarias, tan sólo 200.000 se forman anualmente (20%). En Alemania, en comparación, se forma el 55%) , pero en cambio, los gaps de desempeño no han hecho saltar las alarmas. Me refería a ello hace un tiempo en el blog con una entrada que titulaba Si es bueno para un directivo es bueno para ti).
Pero, volviendo a los directivos, observamos que en personas que disponen de tiempo escaso, han de hacer frecuentemente uso de un criterio de selección para el (poco) tiempo disponible que les queda fuera de su agenda comprometida, frecuentemente, en necesidades de la organización. Con lo cual, siendo realistas, lo primero que observamos es que este tipo de actividades programadas que, aún siendo atractivas, son las primeras que en caer de la agenda.
Esta constatación nos hizo reflexionar si -por usar esta metáfora-, los platos que servíamos como formación eran los más adecuados para su dieta. Y si, derivado de esto, cabia cuestionar el modelo y abrirnos a otros tipos de posibilidades.
Llegamos a la conclusión, como han hecho también otros departamentos de formación en ámbitos públicos y privados que tanto para este sector de la organización como para otros muchos, la respuesta tradicional debía de transformarse. Y que los departamentos de formación debían de reciclarse y apuntar a nuevos roles. (Esto aspecto lo desarrolle ampliamente en Aprender en las Organizaciones de la Era Digital.)
Vuelvo a ello ahora por varios motivos:
Hace poco menos de un mes Arantxa Castedo de l’EAPC me entrevistaba y se interrogaba también sobre la formación directiva, y proponía una nueva reevaluación de metodologías y posibilidades. Creo que con la experiencia ya acumulada puede llegar a ofrecer un magnífico trabajo. (Todo ello enmarcado en la Sub-direcció General de Recerca i de Formació en Alta Direcció con Tania Fernandez y que dirige Eulalia Pla y que ya están alumbrando muy buenas iniciativas).
Y uno de los factores clave en esta reevaluación será el tiempo y su uso (consciente) por parte del directivo. Un aspecto que ofrece nuevos matices y valoraciones.
- Primero, porque ya ha quedado suficientemente demostrado que el aprendizaje se produce (sobre todo en la formación continua) en el propio flujo de trabajo y mediante conexiones. Con lo cual, los departamentos de formación se ven obligados a reinventar y a ofrecer nuevos servicios que incorporen elementos de ayuda que realmente usen y les sirva. Y ello implica una filosofía de beta permanente en el diseño de prototipos. Crear, probar, y si no se usa, volver a diseñar.
- Y, segundo ( y ahora lo creo aún más importante y es la segunda motivación del post): el uso inteligente del tiempo es el responsable de la mejora profesional, pero también – y ello es relevante-, del equipo y de la organización.
Con lo cual, no puede estar fuera de la ecuación de la trasformación de la formación para todos los implicados, el tiempo del directivo como compromiso para toda la organización y no solo para uso propio.
En este artículo Cómo ser menos reactivo y más proactivo se distingue entre el tiempo reactivo y el tiempo proactivo en los directivos.
Textualmente:
Comprender la diferencia entre el tiempo reactivo y el tiempo proactivo fue una revelación. Me estaba ahogando en correos electrónicos, reuniones y revisando el trabajo de otras personas. Mientras miraba mi calendario, me di cuenta de que casi el 90% de mi semana se gastaba en tareas reactivas.
Dave Bailey
Dada la alta densidad de gestión en las que nos vemos abocados hoy en la AAPPs, los directivos asumen una agenda de trabajo que les lleva a consumir prácticamente toda la jornada laboral en el ámbito de gestión, lo que el autor llama tiempo reactivo. En cambio, el tiempo proactivo, aquel que puede considerarse como de calidad y el más importante para su propio desarrollo -o el desarrollo de sus colaboradores y de la organización- es menor y muy marginal.
De ello se deduce la importancia de establecer como prioridad que los directivos asuman, dentro del conjunto de competencias que han de disponer, la del desarrollo de personas.
Y más allá de exigirla en la selección inicial, o en la promoción, establecer sistemas de compromiso ( y de ayuda) para que efectivamente la desarrollen.
Sin salir de la rueda de la gestión no podemos plantearnos seriamente cambiar aquello que realmente importa. En la parte que toca a los departamentos de formación hay margen de mejora.
Por ejemplo, encuentro muy inspirador estas Guías para la Transformación que en su día Maite Darceles aportó.

Algo similar , pensado para directivos y en formatos agiles y visuales, enfocados a aspectos específicos como la colaboración para los equipos, la innovación en los ámbitos organizativos , el desarrollo de colaboradores, el aprovechamiento de la inteligencia colectiva, el impulso a proyectos con metodologias ágiles, etc, como guías de acción rápidas pueden ser, francamente, útiles.
¿Nos ponemos a ello? ¿Ya las hay?