Los «empujoncitos» y el papel de los directivos en la formación corporativa

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Repasando las estadísticas del blog en 2017, me doy cuenta de que ha sido uno de los años menos productivos. La razón es sencilla. El blog ha sido una de las víctimas del nuevo libro en el que he trabajado, prácticamente, todo 2017.

Ahora, ya entregado a la editorial, y haciendo balance de lo que ha supuesto todo este esfuerzo, llego a la conclusión (lógica) de que el tiempo es finito y que, por lo tanto, hay que elegir😉.

¿Por qué el libro ha supuesto tanto esfuerzo y tiempo? Razones muy sencillas: a estas alturas, si quieres ser original, no repetirte, y aportar alguna idea nueva a todo lo que ya se viene publicando -en un entorno muy saturado-, hay que trabajar duro. Además, en esta ocasión, las aportaciones van más allá del campo de la Administración Pública, y quieren ser globales para toda la formación corporativa en general

Y tan duró lo fue que, por ejemplo, a mitad de camino, en el verano,  cuando ya había trabajado y descartado diversos hilos de desarrollo que no llevaban a ningún lado; y cuando las fechas de entrega comenzaban a presionar, tuve que pedir ayuda a José Luís Muñoz Moreno, con el  cual, desde  hace años, venimos colaborando en la producción de artículos científicos ( por ejemplo este y este otro).

Pues bien, con su ayuda, los últimos meses fueron más plácidos. Una vez que encuentras el ritmo (el punto de productividad) entre dos formas de entender y procesar la información -como es el caso de José Luis y mío-, puede incluso llegar a ser divertido avanzar en la obra.

No es el momento ahora analizar y de avanzar los contenidos del libro, ya habrá tiempo en la fase de difusión, pero sí, creo, podemos hacer un uso productivo de algunos materiales que tuvimos que desechar. Y es que, como se dice, el problema de los libros, a veces, no es tanto lo que pones sino lo que desechas.

De todo lo que no pudimos poner, y esa será la temática de las próximas entradas,  lo que más me dolió fue la parte referida a lo que se conoce como economía conductual, que yo quería aplicar al aprendizaje. Tenía grandes expectativas, en mayo del año 17, después de haber leído esta entrevista a uno de sus promotores, Cass R. Sunstein. Con el tiempo, y después de una crisis de orientación, no le vi mucho futuro y casi todo lo desechamos.

La pretensión inicial era dedicar un apartado a este nuevo enfoque en economía conductual, dentro de un capitulo mayor dedicado al papel de los gerentes y directivos en los nuevos procesos de formación y aprendizaje. Creia que daba de si como para mejorar el enfoque del rol directivo del que hemos partido. Muy similar a como lo presenta, por ejemplo, Lazlo Bock, responsable de Recursos Humanos de Google:

¿Qué puede hacer un directivo sin recurrir a los tradicionales palos y zanahorias? Lo único que le queda. Los directivos están al servicio del equipo… el estilo de liderazgo por defecto en Google consiste en que un directivo no se centra en premios y castigos sino en resolver problemas y estimular a su equipo.

Como digo, a esta orientación hemos dedicado un gran apartado para recoger y desarrollar las habilidades y destrezas directivas que van más allá de las técnicas y que, a nuestro juicio, son ahora el fundamento del crecimiento y evolución de las personas en las organizaciones (que era lo que pretendía en anterior enfoque de la formación y el aprendizaje).

Pero, en un afán por ser originales, y tras haber tras haber leído y publicado sobre procesos de comunicación e influencia no convencionales (los cuales juegan con los dos sistemas de procesamiento de Khaneman y son cercanos a la reflexión crítica que recoge Jiménez Asensio sobre el impacto de la inmersión digital en el procesamiento cognitivo – en tres posts magníficos– y que  desarrollaré en una  próxima entrada),  me sorprendió y me encantó la entrevista que Sunstein concedió al País Semanal. En ella, el autor, que había sido asesor de Obama mostraba de forma práctica ( y fácil)  los postulados de la economía conductual en  las organizaciones. Recordemos que esta nueva disciplina, viene a ser una adaptación de la psicología conductual de Skinner a la economía. Poca broma. Nada menos que dos premios Nobel han sido reconocidos por sus contribuciones a ella. Kahneman, el autor de Pensar rápido, pensar despacio, descubridor de los dos sistemas de procesamiento en la toma de decisiones (el sistema 1 y el sistema 2),  fue uno de ellos. Y en 2017, Richard Thaler.

Es, precisamente Thaler, juntamente con Sunstein, los autores del libro Nudge: un pequeño empujón los que ponen las bases de la economía conductual  aplicada a las organizaciones.

Antes del verano, y dada la curiosidad que la entrevista en El País me suscitó, me propuse comprarlo hasta que descubrí que había sido descatalogado. Tuve que hacer un recorrido por diversas bibliotecas públicas hasta encontrar una edición disponible (la encontré en la biblioteca de Cardedeu, en su edición en catalán). ( Por cierto, acaba de ser reeditado en castellano y está disponible en todas las librerías).

Pero, a medida que lo iba leyendo veía cada vez más difícil su aplicación en los entornos de formación y aprendizaje. No dejaban de ser elementos, los que allí se aportaban, que todo directivo debía de conocer, pero como algo complementario y no central en su gestión. Con lo cual, dedicar un capítulo extenso este tipo de habilidades me parecía demasiado forzado. Y así lo dejé…

Pero, al cabo de los meses, me he llevado dos grandes disgustos -por emplear esta palabra y hablando irónicamente😉-.

En una entrada de su blog, Santi García , en 12 líneas despachaba toda la teoría de los empujoncitos en el ámbito organizativo. Con lo cual, mi afán por ser original ya lo veía imposible. Y ya, casi al final de la redacción del libro, el segundo disguto.Recuperando lecturas hechas de forma muy rápida, descubro en La Nueva Fórmula del Trabajo de Lazlo Bock, todo un capítulo dedicado a los  empujoncitos. Afirma que en Google los empujoncitos tienen una presencia muy importante. Textualmente (pág:331)

…De lo que se trata aquí es de insistir en que somos mucho menos coherentes, objetivos, justos y conscientes en nuestra manera de relacionarnos con el mundo de lo que pensamos. Y por esta razón, las organizaciones pueden ayudar a las personas a tomar mejores decisiones.

…en Google aplicamos la filosofía del empujoncito de mil maneras a la hora de tomar decisiones. La mayoría de las veces se trata de aplicar estudios académicos en el mundo real. La meta no está en suplantar la toma de decisiones, sino en sustituir entornos poco cuidados, mal diseñados por estructuras que mejoren la salud y la riqueza sin limitar la libertad. …por lo general lo hacemos en forma de mails a grupos de personas que han de hacer o impulsar acciones y consisten en recordatorios en base en base a listas de control.

La lectura del capítulo me confirmó lo que ya sabía: son técnicas muy potentes, pero no dejan de ser laterales y periféricas. No pueden ser la parte esencial de la caja de herramientas  de gerentes y directivos. Hay que conocerlas, pero como una parte más del amplio bagaje del que han de disponer.

Por cierto, de los numerosos ejemplos que Bock cita en su libro, sí que me he permitido seleccionar uno y llevarlo a la publicación. Se trata, ¡quién nos lo iba a decir de Google!, del problema que también tienen entre los googlers -como los llama Laszlo Bock- que se inscriben a cursos de formación y que, al final, no asisten. Cerca de un 30%. En base a empujoncitos, ofrecen una alternativa para mejorar las ratios de asistencia.

Si tenéis curiosidad lo podéis encontrar directamente en la página 344 del libro. Y, para que aquellos que podáis esperar😉, vais a encontrar éste y otros ejemplos, en un  apartado (menor en extensión) en el  capítulo dedicado a gerentes y directivos en la nueva formación corporativa.

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